Así se goza Cienciano 3 Boca 0

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Aquel estimulante grito de gloria que parecía congelado en las alturas de Machu Pichu, se descolgó nuevamente sobre el firmamento cusqueño hasta apoderarse por completo del Garcilaso.

El ¡sí se puede! irrumpió en las tribunas con la fuerza de aquel milenario imperio que hace más de cinco siglos dominó el continente.

Y en el campo de juego el arrollador paso de un «Tren» vestido de rojo arrasó con la escuadra xeneize, que ayer más que nunca extrañó a sus rostros y apellidos más distintivos.

Porque González Vigil metió, empujó, desbordó y superó siempre a los laterales boquenses. Y su potencia fue la gran gestora de la goleada cusqueña. Eso, y la infantil expulsión de Nery Cardozo, que puso fin a la inicial resistencia rioplatense.

Así llegó el primero de Cienciano, que nació del botín derecho de Paolo de la Haza y se cristalizó con aquel insuperable salto del «Tren» rojo. Y cuando Boca cabalgó tímidamente hacia el arco de Juan Flores, apareció Bazalar para recuperar el balón con rapidez y distribuirlo con prolijidad. William Chiroque fue el otro puntal incaico. Su gambeta y picardía fueron incontrolables para la zaga xeneize.

Mostto generó el segundo grito imperial. Pero otra vez fue González Vigil el promotor. Y cuando el choque agonizaba, apareció Miguel Torres para multiplicar el festejo de Basualdo, que ante su ex recitó su más sublime poema. Y el Garcilaso aplaudió aquel excelso gesto.